Elige la palabra adecuada para completar cada hueco: Fragmento de “más allá del invierno” de Isabel Allende El tráfico en Brooklyn estaba restringido, emergencias, y ese era exactamente el caso de Richar Bowmaster. Vio en internet la dirección de la clínica veterinaria más cercana que estuviera abierta, que resultó ser una que ya conocía, envolvió al animal en una manta y lo puso en el automóvil. Se felicitó de haberle quitado la nieve en la mañana, sino estaría atascado, y agradeció que el desastre no el día anterior en medio del vendaval, porque no moverse la casa. Brooklyn se había convertido en una ciudad nórdica, blanco sobre blanco, los ángulos suavizados por la nieve, las calles , una extraña paz, como si la naturaleza . “No se te ocurra morirte, Três, por favor. Eres un gato proletario, tienes tripas de acero, un poco de anti-congelante no es nada, ánimo,” lo alentaba Richard mientras manejaba con terrible lentitud en la nieve, pensando que cada minuto que perdía por el camino era uno menos de vida para el animal. “Calma, amigo, . […] El trayecto de veinte minutos en circunstancias habituales le el doble y cuando llegó a la clínica, la nieve y Três estaba agitado de nuevas convulsiones y babeando más espuma rosada. Los recibió una doctora eficiente y parca de gestos y palabras, quien no manifestó optimismo respecto al gato ni simpatía por su dueño, cuya negligencia había provocado el accidente, como le dijo a su ayudante en voz baja, pero no tan baja como para que Richard dejara de oírla. […] Se quedó mudo, humillado. No era la primera vez que su negligencia resultaba . […] La veterinaria le explicó que podía hacer muy poco. Los exámenes de sangre y orina determinarían si el daño a los riñones era irreversible, en cuyo caso el animal iba a sufrir y más darle un fin digno. Debía quedar ; en un par de días habría un diagnóstico definitivo, pero había que prepararse para una mala noticia. Richard asintió, a punto de llorar. Se despidió de Três con el corazón anudado, sintiendo la mirada dura de la doctora en la nuca; una acusación y una condena. […]
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Fragmento de “más allá del invierno” de Isabel Allende

El tráfico en Brooklyn estaba restringido, ... emergencias, y ese era exactamente el caso de Richar Bowmaster. Vio en internet la dirección de la clínica veterinaria más cercana que estuviera abierta, que resultó ser una que ya conocía, envolvió al animal en una manta y lo puso en el automóvil. Se felicitó de haberle quitado la nieve en la mañana, sino estaría atascado, y agradeció que el desastre no ... el día anterior en medio del vendaval, porque no ... moverse ... la casa. Brooklyn se había convertido en una ciudad nórdica, blanco sobre blanco, los ángulos suavizados por la nieve, las calles ... , una extraña paz, como si la naturaleza ... . “No se te ocurra morirte, Três, por favor. Eres un gato proletario, tienes tripas de acero, un poco de anti-congelante no es nada, ánimo,” lo alentaba Richard mientras manejaba con terrible lentitud en la nieve, pensando que cada minuto que perdía por el camino era uno menos de vida para el animal. “Calma, amigo, ... .

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El trayecto de veinte minutos en circunstancias habituales le ... el doble y cuando ... llegó a la clínica, la nieve ... y Três estaba agitado de nuevas convulsiones y babeando más espuma rosada. Los recibió una doctora eficiente y parca de gestos y palabras, quien no manifestó optimismo respecto al gato ni simpatía por su dueño, cuya negligencia había provocado el accidente, como le dijo a su ayudante en voz baja, pero no tan baja como para que Richard dejara de oírla.
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Se quedó mudo, humillado. No era la primera vez que su negligencia resultaba ... .
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La veterinaria le explicó que podía hacer muy poco. Los exámenes de sangre y orina determinarían si ... el daño a los riñones era irreversible, en cuyo caso el animal iba a sufrir y más ... darle un fin digno. Debía quedar ... ; en un par de días habría un diagnóstico definitivo, pero había que prepararse para una mala noticia. Richard asintió, a punto de llorar. Se despidió de Três con el corazón anudado, sintiendo la mirada dura de la doctora en la nuca; una acusación y una condena.
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